U N M E T R O C U A D R A D O

4.29.2011



Y si me pides no rozar el suelo,

podemos desafiar al tiempo y conseguir que esto sea

tan infinito

como las ganas que te tengo

4.25.2011

4.20.2011

8O%

Cuánto daño hacen las palabras y cuanto su triple dirección, las medias verdades y las caricias a tientas, las pupilas en tu dirección y los pies sin suelo ni tierra. Fugaces. Las señales de bienvenida, la certeza, acostumbrarse, acostumbrar-te, el tiempo, el plural. Permíteme pensar que me escribes, has entrado en tierra de nadie y te doy permiso para quedarte. Tengo una válvula de escape perdida entre conceptos de sinsentidos y un hambre de nuevo detrás de la oreja. Mi sexto sentido me dice que todo saldrá bien pero los montones de obligaciones crecen como la misma mierda de una ciudad contaminada. Te doy cinco segundos para reaccionar, te doy el paraíso a cambio de un paso al frente.



Venga, arriésgate conmigo.

4.14.2011

22:58, me estoy dando cuenta de que he convertido este lugar en un asedio donde tus preguntas no dejan de asaltarme, en otras circunstancias esto no debería ser motivo para emplear mi tiempo pero ahora mismo, mientras llenas tu cabeza de todo menos de lo que realmente quisieras, pienso, y pienso en que, a pesar de no ser respondidas, continúas ahí, intentando averiguar que pasa por mi cabeza y cuántos centímetros mide el triángulo de mi mejilla. Me gustaría decirte tantas cosas que he decidido hacer una lista con ellas, la cual, iré enseñándote cada día, para que puedas reconstruir tú solo todo aquello que quieres saber. Me gusta que en estos momentos no puedas concentrarte y pienses en qué estaré pensando y me gusta que hagas planes y me incluyas en ellos. Yo no sé de dónde has salido pero lo cierto es que, si tenía que encontrarte agradezco a mi destino tener tan buenos planes de vida para mí, y ya, puestos a agradecer, le agradezco tus visitas, tus abrazos y tu forma de hacerme rabiar, tus ojos que me entienden hasta cuando ni siquiera lo hago yo y tu presencia. A veces, una puerta cerrada abre otras tres y, en ocasiones con una basta para darte cuenta de que se acabó el buscar y tener que arrepentirse de cada paso dado. Quiero de ti en mi día a día y quiero que hagas de mi rutina un motivo para seguirte. Así que, ya sabes, no dejes de odiarme nunca, porque te quiero demasiado como para que lo hagas.
Las cosas claras no están mal, pero prefiero recrearme en posibilidades, supuestos y soñar con realidades inciertas. Así es más fácil verte (y encontrarme).

4.07.2011

Me respiro entrecortadamente, sigues viviendo en el polo opuesto, empiezo a pensar que te desaparezco y que quizá nunca me hayas conocido. Soy un producto de tu monotonía, de tus días antisentido, de tu pestañeo automático. Solo soy cuando me buscas, solo si te abandonas y vuelves la mirada,


ahí estoy.