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Siempre me han dicho que la mente tiene cuenta atrás, un pequeño boton que alguien aprieta en un momento dado con la jodida idea de hacerte desaparecer, nunca lo había creido, hasta que tocaron el suyo. Las imágenes corren una tras otra y te bloquean y, te sientes inútil. Para alguien al otro lado del globo es un día totalmente ajeno y para tí una marca de guerra, y te preguntas lo típico de ¿por qué? ¿para qué? y solo consigues que el siguiente día sea aun mas vertical. Siempre me han dicho que todo tiene un límite y que ese límite está por determinar, que se puede cruzar la línea invisible de puntillas y pasar o haciendo ruido, el mismo que me suena ahora en la cabeza, la gasolina resbalándose por cada centímetro de esta habitación. Pero lo bueno, lo útil, lo necesario, es esa imagen, la última, la de aquellos tiempos, la que por azar o por suerte te tapa la infección y te sutura un poquito la marca.